Quiero compartir este relato del psicoanalista Jorge Bucay.
(Original de Antony de Mello)
"La tienda de la verdad"
El hombre caminaba paseando por aquellas pequeñas callecitas de la ciudad provinciana. Tenía tiempo y entonces se detenía algunos instantes en cada vidriera, en cada negocio, en cada plaza. Al dar vuelta una esquina se encontró de pronto frente a un modesto local cuya marquesina estaba en blanco, intrigado se acercó a la vidriera y arrimó la cara al cristal para poder mirar dentro del oscuro escaparate... en el interior, solamente se veía un atril que sostenía un cartelito escrito a mano que anunciaba: "La tienda de la verdad"
El hombre estaba sorprendido. Pensó que era un nombre de fantasía, pero no pudo imaginar qué vendían.
Entró.
Se acercó a la señorita que estaba en el primer mostrador y preguntó:
—Perdón, ¿esta es la tienda de la verdad?.
—Sí, señor, ¿qué tipo de verdad anda buscando: verdad parcial, verdad relativa, verdad estadística, verdad completa?
Así que aquí vendían verdad. Nunca se había imaginado que esto era posible, llegar a un lugar y llevarse la verdad, era maravilloso.
—Verdad completa –contestó el hombre sin dudarlo.
“Estoy tan cansado de mentiras y de falsificaciones”, pensó, “no quiero más generalizaciones ni justificaciones, engaños ni defraudaciones”.
—¡Verdad plena! –ratificó.
—Bien, señor, sígame.
La señorita acompañó al cliente a otro sector y señalando a un vendedor de rostro adusto, le dijo:
—El señor lo va a atender.
El vendedor se acercó y esperó que el hombre hablara.
—Vengo a comprar la verdad completa.
—Ahá, perdón, ¿el señor sabe el precio?
—No, ¿cuál es? –contestó rutinariamente. En realidad, él sabía que estaba dispuesto a pagar lo que fuera por toda la verdad.
—Si usted se la lleva –dijo el vendedor— el precio es que nunca más podrá estar en paz.
Un frío corrió por la espalda del hombre, nunca se había imaginado que el precio fuera tan grande.
—Gra... gracias, disculpe... –balbuceó.
Se dio vuelta y salió del negocio mirando el piso.
Se sintió un poco triste al darse cuenta de que todavía no estaba preparado para la verdad absoluta, de que todavía necesitaba algunas mentiras donde encontrar descanso, algunos mitos e idealizaciones en los cuales refugiarse, algunas justificaciones para no tener que enfrentarse consigo mismo.
“Quizás más adelante”, pensó...
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...pues "es verdad" que se puede hacer mucho daño con la verdad absoluta,...realmente me gustò tu relato .Un saludo
ResponderEliminarGrande bucay... todos hemos aprendido algo de sus cuentos!
ResponderEliminarMuy lindo el relato... creo que la verdad absoluta en situaciones difíciles puede doler mucho pero también me parece que es el camino justo y el mejor que uno puede tomar.
ResponderEliminarBuenísima la entrada.. me hizo pensar en un pasaje del libro "El día que Nietzche lloró", que dice:
ResponderEliminar"Más de una vez lo he oído decir:"¿Cuánta verdad puede resistir?". Sé que es así como usted mide a una persona. Temo que mi respuesta sea: "No mucha"".
Saludos!
las benditas mentiras blancas.... la lastimosa verdad ¡¡¡
ResponderEliminarLa verdad ante todo
ResponderEliminarMuy buen post
ResponderEliminarmas alla de las verdades y mentiras que nos decimos unos a otros, creo que el cuento habla de saber una verdad sobre nosotros mismos, porque al fin y al cabo, somos los que mas nos engañamos. El miedo a saber no ya la verdad, sino que existe esa verdad, hace que no podemos mirar para otro lado, y eso, perturba tremendamente nuestra paz, porque estamos mas tranquilos en la ignorancia
ResponderEliminarMuy buen relato
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