
Después de
madurar la idea por varios años, decidí sacar valor e irme de couch surfing. Organicé
un road trip al rededor del lago Erie (Canada/USA), saliendo desde Toronto y
visitando Pittsburgh (1 noche), Cleveland (1 noche) y Detroit (1 noche). Usando
la página couchsurfing.org contacté a varias personas. Muchas de ellas no
respondieron, pero otras se mostraron amigables y abiertas a darme un espacio en
su casa. La experiencia fue mejor de lo que imaginaba... Nunca pensé que las
personas podían ser tan amables con desconocidos.
Llegué a Pittsburgh
aproximadamente a las 11pm, pues en la frontera duré más de lo que me
imaginaba. Mi anfitrión me esperó despierto. Era un profesor de inglés de una
escuela privada. Me ofreció cena (La cual no acepté, pues todavía me daba vergüenza)
y cerveza (Esta si la acepté, mi vergüenza no era tan grande). Compartimos un
rato y hablamos de la ciudad y sus sitios turísticos. El se ofreció a enseñarme
la ciudad al día siguiente. Salimos temprano, desayunamos en un restaurant bien
famoso de desayunos de la zona, y luego nos dirigimos al “downtown”.
En la tarde
nos despedimos y salí hacia Cleveland. El anfitrión de Cleveland superó todas
mis expectativas sobre que tan confiado puede ser una persona. El me escribió
un mensaje diciendo que no iba a estar en la casa, pero que entrara por la
puerta lateral. Me dijo que habían otros couch surfers (2 Alemanes y 2 Suizos
en el “basement”) y que un italiano y yo dormiríamos en el ático y en una habitación
del 2do nivel respectivamente. Cuando llegué a la casa entré por la puerta
lateral. Tenía mis dudas, pues estaba entrando a una casa ajena, y el dueño no
estaba ahí. La casa tenía aspecto de que estaba en remodelación. En unos
segundos uno de los alemanes subió y me saludo. El dijo que el dueño de la casa
los había buscado a la parada del autobús y que luego de eso tuvo un compromiso
y se había ido. El nos había dejado la casa a nosotros. El anfitrión, que lleva
el nombre de Jesse, se dedica a ayudar a couch surfers. Tiene el basement
preparado con cocina, baño, 2 habitaciones con cubre camas y toallas limpios
para usar. Me quedé impresionado, pues Jesse aparentemente disfruta ayudando a
las personas.

Lamentablemente
no pude compartir con Jesse, pero la impresión que me dio es que es una persona
que goza ayudando al otro. Con quien si compartí fue con los alemanes y suizos,
pues en la noche salimos a cenar y beber cerveza. Sus historias eran muy interesantes.
La que más me impresionó fue la de los alemanes.

Los suizos
estaban hacienda un road trip de 1 mes. Ellos alquilaron un carro y comenzaron
en California. Se van parando en diferentes ciudades haciendo couch surfing o
pagando hoteles baratos, y terminarían su viaje en Quebec.
Yo terminé
mi último día en Detroit, pero decidí pagar un hotel, pues cuando organicé el
viaje pensé que eran demasiadas experiencias para un novato como yo, así que me
fui por lo seguro, pero si hubiese sabido que la iba a pasar tan bien, de
seguro que hubiese optado por couch surfing otra vez.
Todo esto
fue algo nuevo para mí, pero fue muy divertido y conocí muchas cosas nuevas. La
experiencia de couch surfing no debe hacerse con el objetivo de conseguir
alojamiento gratis, sino de compartir, pues al final puedes pagar a tu anfitrión
brindándole algunas cervezas o comprándole la cena. Ahora me siento comprometido a pagar hacia delante
el favor recibido por las personas que me hospedaron.